Era obvio, me siento más cómodo acá escribiendo... me gusta poco escribir.
Y como me gusta tanto, no puedo dejar de lado un balance sobre mi última salida de Santiago, a descansar en un agradable y aislado lugar: Mellico.
Creo que de vez en cuando es necesario perderse un poco, indudablemente eso da mucho tiempo para reflexionar sobre las cosas que nos van pasando, lo que estamos sintiendo e intentar proyectarnos hacia un futuro, solos o con la persona que amamos, aunque ese futuro solo sea solo una ilusión (o quizás no, quien sabe). Pero bueno, el punto no es ese... ya vendrá tiempo para escribir sobre aquello.
El viaje fue sencillamente extraordinario. El jueves de la semana pasada a esta hora estábamos flojeando después de almorzar para luego irnos a bañar al río. ¿Mejor cronológicamente?, mejor.
Viajamos el martes en pat'e goma (para mi desgracia) sinceramente no le encuentro gracia a los buses, peor aún cuando existe un alternativa en tren. Pero quisimos hacernos la vida fácil y nos fuimos en bus. Llegando a Constitución no podían faltar las imágenes de rigor junto a uno de los abuelos que queda en los rieles chilenos, los añosos ADIt de Ferrostal. Pero eso no era lo mejor, lo más interesante del viaje de ida estaba por venir, el trayecto hasta Maquegua, primera estación del ramal viniendo desde Constitución, imposible llegar de otra manera que no sea en tren (bueno sí, se puede llegar a pie, pero sería una lata, la gracia era irse en trencito). Poco más de media hora arriba del tren para arrivar cerca de las 5 de la tarde a Maquegua y cruzar el río gracias a los amables lugareños "Melliquenses" (¿cómo será el gentilicio?). Con esto hago un reconocimiento a nuestra "ángel guardian", como le pusimos, no le preguntamos ni el nombre a la señora, pero ella nos llevo para cruzar el maule, ella se nos apareció de la nada cuando íbamos a preguntar sobre la forma de cruzar el río para regresar y ella se nos apareció misteriosamente en Talca donde tuvimos la oportunidad de despedirnos y agradecerle su generosa ayuda.
Y bueno, cruzar el río y llegar a la cabañita. Cómoda, en medio de los árboles con vista al río. Aunque antes de ubicarnos bien vino la operación umbrella (las fotos serán omitidas, son muy ridículas... de hecho, varias cosas serán omitidas).
Y finalmente, después de un día de viaje y limpieza (y de saludar al ratón gigante) el agüita prístina del río Maule. Un chapuzón en sus tibias aguas. Sinceramente necesitaba tirarme al agua, hace mucho que deseaba sumergirme en una piscina, río, canal, asequia o lo que fuera, ¡sofocante calor en Santiago!.¿Después qué hicimos? armamos la carpa parece, esa dichosa carpa que estaba guardada desde que me la regalaron cuando compré mi actual celular por fin veía la luz del sol. Bien digna la cosita... para ser un regalo no está nada de mal.
El día terminó con un "fueguito" con más leña de la necesaria. Luego a dormir, cansador el viaje, pero la retribución fue mayor. Ya vendrá el balance de los días siguiente, hay mucho que contar y escribir.
Saludos a todos!
PD: Sí, definitivamente esto es mucho mejor que un fotolog!
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