Sigo con mi recuento.
El tercer día está dedicado al viejito que iba desde Constitución todos los jueves a regar... y que nos dejó sin agua.
Cuando despertamos aquel día misteriosamente notamos que el estanque del agua no estaba rebalsándose, era algo extraño, pero le dimos una connotación más positiva que negativa... total, ya no se perdería el agua, dijimos. Pero no... cuando fue necesaria el agua nos dimos cuenta que no había, que la manguera ingeniosamente doblada y que nos proveía del vital elemento había desaparecido. Será, pensamos, racionamos lo que quedaba y acudimos al juguito.
Ese día, el jueves 20 de diciembre, salimos a caminar a uno de los cerros poblados de pinos que rodean la localidad.
La caminata primero siguió un camino establecido, un lugar por donde circulan vehículos de alguna forestal, flanqueamos un portón, atravésamos el cerrito y no veíamos más que pinos y el camino que seguía serpentenado hasta perderse en el infinito de los pinos. Ante eso, decidimos regresar y ver otro lugar con alguna vista más espectacular. Volvimos hasta el portón, bajamos por un camino y llegamos a una parte donde al hasta entonces "camino" se transformaba en un angosto sendero y al final no había más que una huella entre
Cuando llegamos a la cabaña tuvimos que ver la manera de encontrar agua, necesitábamos hacer el almuerzo y era imperioso satisfacer la necesidad de agua, así que entre pastos y matas encontramos una añadidura en la manguera, la sacamos, obtuvimos agua suficiente para vivir y volvimos a unirla. Lo que no esperábamos era lo que vendría más tarde, después de haber almorzado, llega un caballero y nos pidió que por favor no lo dejáramos sin agua... siendo que fue él primero quien nos dejó sin agua a nosotros. El punto es que la dichosa manguera se separó y efectivamente dejo sin agua la faena de regadio del viejito, cosa que por supuesto no era nuestra intención... cuando se fue nos dejó la goma amarrada en la manguera, probablemente como mensaje subliminal tratando de decir "aprendan amarrar mangueras, cabros weones".
De vuelta, y luego de flojear un rato y de recibir las visitas del ilustre pajarraco mongólico, me fui un rato a la orilla de un duna a crear mi infaltable hoyo en la arena, es una especie de manía que tengo. La obra de inJeniería quedó de lujo... hasta que por acción de las misteriosas fuerzas de la naturaleza, se derrumbó.
Más tarde, oncear y luego el fueguito de rigor y a dormir, tanta actividad en un día cansa y es necesario reponer energias para el día siguiente.
Saludos a todos!
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