lunes, 3 de marzo de 2008

Partí en el buscarril... terminé en Terra

Hola

Yo creo que todos lo hacemos, no hay aficionado a los trenes que no guarde los pasajes de cuando viajó en tren, aunque sea solo en metrotren o se trate de un viaje hecho muchas veces, el pasaje igual queda en los archivos de esta afición.


Y yo no seré la excepción, tengo una bolsa llena de pasajes que me recuerdan, además de las fotos, los lugares hasta donde los ferrocarriles me han llevado en varios años de afición. Obviamente hay pasajes que no se guardan porque nunca existieron y son de esos paseos en cabina de locomotora, moviendo carros en algún patio donde los trenes de pasajeros dejaron de detenerse y en algunos casos hasta de pasar. Aunque para eso quedaran de recuerdo las fotos y la experiencia de sentir un motor sonando por el esfuerzo de mover cientos de toneladas.

Pero lo que me convoca, este verano, en lo que a trenes y salidas por ahi se refiere, no fue malo. Fue lento a la vez que intenso, porque si bien salí pocas veces, cuando lo hice lo aproveché al máximo reventando mi cámara con cualquier cosa fotografiable (o sea todo).

Partí en diciembre, saliendo de Santiago en un pullman (cosa que no merece más que la mención) para arrivar a Constitución y desde allí tomar el buscarril hasta Maquehua. Medio cuerpo afuera del tren, tomando fotos a cada segundo. El viaje no era de más de 40 minutos, así que en Maquegua abajo del tren y a cruzar el río en bote. Era rico despertar en la mañana sintiendo el traqueteo del buscarril al otro lado del río. El regreso igual fue en buscarril, pero ahora más largo desde Maquegua hasta Talca y en esta última se cambía de una panorama completamente rural a un Terra Salón. Las ventanas abiertas son reemplazadas por aire acondicionado y el viejito vendiendo galletitas y café por una cafetería a bordo del tren. (Cuyos precios son 10 veces superiores a los del buscarril)

Más tarde vino la espera del Transpacífico en Alameda con varios aficionados más... pese a que estuve todo el día en la estación no pude ver el dichoso tren. La caminata ferroviaria entre Hospital y San Francisco junto a Leo y a Sebastian también es digna de mencionar, dada las hermosas imágenes obtenidas.
Y la guinda de la torta aparecio a fines de febrero cuando los rieles penquistas me vieron llegar. Mención especial merece mi amiga Guiselle que me recibió en su morada y me soportó durante algunos días.
En lo que a trenes respecta en vez de insultar y humillar al guardia de Arenal que no nos dejó, junto a Xucu viajar en el corto por tomar fotos, le debo agradecer. Ya que si no hubiera sido por su estúpida forma de espantar pasajeros no habría recorrido la ciudad, ni habría podido tomar muchas fotos en los alrededores de Concepción y tampoco habría cruzado el Bío bío a bordo de la 1301 y menos habría logrado fotos desde el mismo lecho del río... en fin... gracias guardia miserable!.

En todo caso no iba a sacrificar mi viaje en el corto... o mejor dicho... en AEL, pues si el viaje hubiese sido en AES me habría dado lo mismo. Pero no podía perdermelo, lo mismo que en el buscarril, ventana arriba y sintiendo todo el viento del tren, con el cuerpo afuera mirando el río y sacando fotos... eso es impagable pues ya no se puede hacer si no es en estos servicios rurales. Más tarde recorrer Laja, San Rosendo y luego un viaje en bus que tampoco recordaré.
En Linares, mi nuevo destino, quedé en deuda con mis salidas a Putagán, Villa Alegre y a Colbún por la faja del antiguo ramal de trocha 60 cms a Colbún, todo porque no había ninguna bicicleta buena, como de 5... todas pinchadas, yo creo que fue una conspiración.

En fin, después de todo eso el regreso en un Terra... por eso el título, partí las vacaciones ferroviarias en el humilde buscarril y terminé en lo que se supone es el tren más moderno de Sudamérica, el UTS-444.

Y eso... una vez lo dije, soy una persona de balances.

Saludos a todos

Pebels

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