En el gobierno, como en la virtud, lo más difícil es lograr el progreso. Antes, la razón de ello era que el soberano único era egoísta, ignorante y tímido, o tonto, aunque de vez en cuando apareciera uno sabio. Hoy, la razón es que los muchos, el pueblo, que son el soberano, no tienen un solo oído al que nos podamos acercar y son egoístas, ignorantes, tímidos, obcecados o tontos; con el egoísmo, la ignorancia, la obcecación, la timidez y las tonterías de varios miles, aunque haya centeneras de sabios. (Woodrow Wilson, el estudio de la administración. 1887).
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