viernes, 21 de mayo de 2010

El desempeño económico y el programa del presidente Piñera

Resulta indudable afirmar que el programa de gobierno de Sebastián Piñera es sumamente ambicioso y eso quedó mucho más claro con el discurso del Presidente frente al congreso pleno. Un millón de empleos durante su gobierno, derrotar la extrema pobreza al 2014 y llegar a tener el ingreso per capita de un país desarrollado hacia el año 2018 son solo algunos de los aspectos que conforman el programa de gobierno.

Desde la misma campaña, se dijo que muchos de los objetivos que se planteaban eran demasiado ambiciosos y las formas de financiamiento dependían mucho de factores que no se pueden controlar por completo, uno de ellos, el crecimiento económico.

Cuando se realizan ejercicio de planificación en las organizaciones –no olvidando que el Estado es una gran y compleja organización- se debe tener en cuenta que los objetivos no deben ser planteados en función de variables exógenas sobre las cuales uno no tiene control. En el Estado, sin embargo, hay muchas variables que son, al menos, relativamente exógenas pues parcialmente tienen que ver con aspectos externos al Estado o, incluso, externos al país.

Tal es el caso de los ingresos tributarios del fisco, las tasas de inversión o consumo y, en definitiva, el desempeño general de la economía. Para controlar este tipo de variables lo más recomendable es trabajar con supuestos conservadores, es decir, aunque las perspectivas económicas señalen que es posible crecer al 6% o 7% anual, rebajar esos niveles y dejarlos, por ejemplo, al 5%. De esa manera se genera un espacio ocioso en caso que se genere crecimiento por sobre esa cifra y no se generan grandes perjuicios a los objetivos en caso que el crecimiento no alcance el 6% o 7%, dado que el supuesto estaba en un 5% y se planificó sobre eso.

Un caso análogo ocurre con el precio del cobre, que también es relevante en la composición de los ingresos fiscales del país.

En el caso del programa de gobierno de Sebastían Piñera, el supuesto básico es que Chile crecerá al 6% y sobre eso se elaboran una serie de programas, que van desde el financiamiento de los mayores gastos que tendrá el fisco para financiar nuevas actividades, hasta la creación del millón de empleos y la superación de la pobreza.

Hay que señalar que según José de Gregorio, Chile dejó de crecer a las tasas de los años 90 pues desde fines de los 80 se empezó a ocupar un espacio para políticas públicas que estaba libre: se promovió la inversión, se liberalizaron mercados, se privatizaron una serie de empresas, la inversión extranjera directa creció –como en todo América Latina- y hubo un importante crecimiento de las exportaciones y del comercio internacional. Hoy en día ese espacio ya fue copado en su totalidad y las bajas en crecimiento vienen dadas por aspecto de más largo plazo, pues la principal causa es la baja productividad que hay en Chile y la baja productividad se debe, fundamental, a empleos de mala calidad y mala calidad de la educación (Senbruch, 2010)

Al mismo tiempo, el crecimiento económico debe apuntar a ser sustentable en el tiempo. Las políticas que se apliquen hoy no deben hipotecar el desarrollo de las generaciones futuras. En América Latina hay casos muy documentados de booms económicos, con crecimientos explosivos que terminaron en profundas y costosas crisis económicas que dejaron a los países en condiciones peores a las que tenían cuando se iniciaron los ciclos expansivos.

La economía chilena es muy abierta y una parte importante del crecimiento del PIB se debe al aumento de las exportaciones o a los encadenamientos económicos que se producen a raíz de actividades productivas destinadas a la exportación (French-Davis, 2002) En esa línea, el desempeño de la economía chilena se encuentra, al menos, parcialmente condicionado por el comportamiento de la economía en el resto del mundo y los precios de los principales productos de exportación: Cobre, celulosa, frutas, etc.

En el escenario actual de la economía mundial, con una Europa que se tambalea frente a los problemas fiscales de varios de sus miembros y con una burbuja inmobiliaria que crece en China le quita cierta validez a las perspectivas de crecimiento de la economía mundial, agregando un dejo importante de incertidumbre. Los mercados financieros están volátiles y la recuperación económica luego de la crisis financiera de 2009 es todavía débil.

Es en este contexto de poca certidumbre sobre el futuro y de apertura económica chilena en el que se extrañarán supuestos menos ambiciosos. Si se logran probablemente beneficiarán a Chile, pero en la medida que estos supuestos son más altos, la posibilidad y la certidumbre en torno a su cumplimiento es menor y el costo político si no se cumplen también es más alto, debido a las altas expectativas que pueden generar.

Muchas medidas procrecimiento se valoran, partiendo por hacer más eficiente el Estado, aplicando medidas de ventanilla única, reduciendo los días y el costo de ciertos trámites o dando incentivos tributarios a la PYME. Pero no hay que olvidar la peligrosa dependencia de objetivos que tiene el programa del Presidente Piñera. Hay muchas cosas que el gobierno es incapaz de controlar.

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