miércoles, 9 de junio de 2010

Libertades instrumentales y desarrollo: Compromisos social y sustentabilidad

¿Hasta qué punto es posible expandir y garantizar la libertad de las personas sin atentar contra el desarrollo? Desde la visión del desarrollo humano son las libertades instrumentales aquellas que propician el desarrollo, sin embargo, el propio Amartya Sen pone las libertades económicas como necesarias –pero no suficientes- en el logro del desarrollo personal. De esta forma, se amplía el abanico de necesidades a las que se debe hacer frente para garantizar desarrollo como libertad.


El caso de las democracias de Europa occidental, particularmente Grecia y España, resulta bastante útil para ver cómo la expansión de las libertades individuales puede terminar atentando contra el propio desarrollo en caso de no administrar de manera responsable las instituciones y servicios públicos encargados de garantizar esas libertades. Por otro lado, Chile ha tenido un comportamiento económico estable y moderado en los últimos 10 años, lo que no ha quitado que haya unas finanzas públicas responsables, con aumento del gasto social y del IDH. Los booms de los comodities no han provocado en Chile y un crecimiento del gasto más allá del nivel sostenible, cosa que socavaría las posibilidades de desarrollo en el futuro.

Tanto Grecia como España poseen IDH muy altos[1] (0,926 y 0,949 respectivamente) lo cual refleja, de acuerdo a la visión de Sen, el acceso a una serie de libertades políticas, económicas, sociales, de seguridad y otras. En caso de desagregar cada uno de los aspectos que señala Sen, tenemos que Grecia y España, según The Economist, tienen democracias plenas con un índice de 8,13 y 8,45 respectivamente[2]. El ingreso per capita según PPA es de 27 mil dólares para España y 22 mil dólares para Grecia y una esperanza de vida de 78,9 y 80,5 años respectivamente, de acuerdo al Informe de desarrollo humano 2007/2008.

A luz de los datos, Grecia y España parecen modelos de desarrollo, pero hay que tener en cuenta la sostenibilidad de ese nivel de progreso en sociedades donde el Estado cumple un importante rol como garante del desarrollo y que en los últimos años han caído en una de las peores crisis fiscales de su historia[3]. Es decir ¿Se pueden expandir las libertades hasta el punto de hipotecar las posibilidades que tendrán las generaciones futuras? Anand y Sen[4] señalan que no basta dejar la capacidad productiva que hemos recibido, sino que también es necesario ocuparse de las oportunidades que tendrán las futuras generaciones.

¿Qué pasa en Europa entonces? Si bien todos los países que conforman la UE han alcanzado niveles de desarrollo humano muy altos, democracias consolidadas, niveles de salud y educación muy buenos y sistemas de protección social extensos, se ha llegado a un punto en que Europa vive una incertidumbre debido al alto costo fiscal que implica para los países mantener esos sistemas y si bien la UE tolera déficit fiscales controlados[5], ni España ni Grecia, tomaron medidas para controlar la situación, de modo que cuando el shock externo que significó la crisis financiera de 2009 y la explosión de la burbuja inmobiliaria española a fines de 2008, golpearon las economías, derrumbaron los ingresos fiscales, hicieron crecer los déficits y para financiarlos se optó por emitir deuda y no por buscar otras formas de aumentar los ingresos o reducir los gastos fiscales. Felipe González, miembro del grupo de los sabios de la Unión Europea, señaló al diario El País[7] que por primera vez en la reciente historia de Europa existe el temor generalizado de que los niños de hoy tendrán una situación menos acomodada que la generación de sus padres.

La reacción tardía de las autoridades políticas para controlar la situación fiscal ha llevado a que en el futuro la calidad de vida a la que están acostumbrados los europeos, con una alta presencia estatal en el otorgamiento de beneficios, esté bajo un velo de incertidumbre y que, en general, los sistemas de protección social estén recibiendo cuestionamientos en todo el mundo a causa de la insostenibilidad fiscal que han mostrados los países PIIGS.

Para alcanzar el desarrollo hay que tener presente dos caminos. El primero es apuntar hacia el crecimiento económico, pero dicho crecimiento debe ser sustentable en el tiempo y no un elemento exclusivo. El crecimiento económico es necesario pero no suficiente. En ese sentido, Chile tuvo niveles de crecimiento por sobre la media mundial entre 1987 y 1998, sin embargo, no fue posible sostener esos índices más allá de la crisis asiática, fundamentalmente por la baja de la productividad y la calidad de la educación. En la misma línea, los ingresos fiscales de Chile están, directa o indirectamente, ligados al precio del cobre y a las exportaciones[8], lo que conlleva a que el gasto fiscal en nuestro país tienda a ser procíclico, no obstante, la regla de balance estructural y la ley de responsabilidad fiscal han atenuado los ciclos económicos sobre los ingresos del fisco y, por tanto, en la sostenibilidad del gasto y, dichas medidas, se implementan en un periodo en que la economía creció, en promedio, un 4,9%[9].

El otro camino es apostar a futuro, con importante inversión e intervención fiscal en aquellos ámbitos que propendan a aumentar las libertades instrumentales de las personas: salud, educación, participación política, seguridad, etc. Un ejemplo claro de esto es la forma en como Corea del sur, Japón o Singapur alcanzaron crecientes niveles de desarrollo.

En América Latina y particularmente en Chile las medidas implementadas no son ni las europeas ni las asiáticas y si bien en el inicio las ideas del consenso de Washington dan frutos y generan importantes tasas de crecimiento, también generan desigualdad y no solucionan la pobreza de la región, aun cuando la piedra angular del Consenso de Washington es la libertad económica. Sin contar las graves crisis financieras provocadas por la liberalización de la economía en la región.

Entonces ¿Basta la libertad para garantizar el desarrollo humano? La respuesta es no. La libertad, si bien como señala Sen es deseable por si misma, no puede ser el precepto único para conseguir desarrollo humano. En Europa el gasto fiscal dedicado a garantizar libertades instrumentales de las personas está demostrando que no se puede mantener en el tiempo sin tomar medidas que aseguren la viabilidad de los beneficios sociales, en Latinoamérica la reducción de la pobreza y el aumento de la presencia estatal ha venido dada fundamentalmente por el crecimiento económico generado por el aumento del valor de los commodities que exporta la región y no por medidas de carácter estructural sostenibles en el tiempo que aprovechen ese crecimiento.

La libertad individual es una de las líneas de acción que deberían seguir los países para aspirar al desarrollo humano y al mismo tiempo tiene que haber un esfuerzo institucional que propenda a la sostenibilidad. En Grecia se optó solo por lo primero y el esfuerzo institucional se limitó a financiar el déficit fiscal con emisión de deuda. Hoy, los griegos deberán sacrificar una serie de beneficios sociales y, probablemente muchas de sus libertades se verán reducidas en la medida que se congelan pensiones, sueldos y se reduce el gasto con miras a bajar el déficit fiscal a menos de un 3% del PIB[10].

Si hay una diferencia entre el caso griego y español con la situación chilena es que en Chile, como economía muy expuesta a los shocks externos, se han generado mecanismos para mantener las cuentas fiscales controladas y para darle sostenibilidad y estabilidad en el tiempo al gasto público, evitando que caídas de actividad económica golpeen la presencia del Estado en salud, educación y seguridad social.

Otro aspecto que hay que señalar de Chile es la gradualidad de los cambios. La reforma previsional y el plan AUGE, dos programas señeros en aspectos sociales del Estado, tardarán varios años en implementarse completamente, de manera tal que su puesta en marcha no golpee las finanzas del Estado comprometiendo las prestaciones futuras de estos beneficios.

En conclusión, la libertad debe ser entendida en un aspecto global que incluya no solo la libertad presente sino las oportunidades y posibilidades de libertad futura. La expansión de libertad se puede realizar hasta el punto en que se comprometen posibilidades para generaciones futuras. Eso no se hizo en Grecia ni en España. El actual modelo de esos países está socavando libertad de generaciones del mañana en la medida que les reduce sus beneficios sociales y la calidad de vida ‘europea’. Como dicen Sen, la libertad debe ser también un compromiso social y un grado de responsabilidad, de lo contrario asistiremos a “fiestas” sin trascendencia para el desarrollo humano y para la libertad de las personas.


[1] Informe de desarrollo humano 2007/2008
[2] The Economist Intelligence Unit’s Index of Democracy 2008
[3] España tiene un déficit fiscal de 11,9% de su PIB mientras que Grecia alcanza 13,6%.
[4] Universalism: future prospects and present lives
[5] 3% del PIB.
[7] El país, 08 de mayo de 2010. http://tinyurl.com/36rojdk
[8] Ver French-Davis (2002) El impacto de las exportaciones en el crecimiento de Chile. CEPAL.
[9] Banco Central – Variaciones del PIB.
[10] Boletín FMI, 2 de mayo 2010.

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