domingo, 13 de junio de 2010

Una exploración institucional al desarrollo sustentable: Argentina y el peronismo

Hablar de desarrollo humano implica enfatizar una serie de funcionalidades y capacidades de las personas para desarrollar sus potencialidades y, además, es necesario añadir al concepto la idea de desarrollo sustentable, de modo que las posibilidades por mantener o mejorar la calidad de vida no solo quede reservada a las generaciones presentes. En este contexto, parece necesario hacer presente otro tipo de capacidades, no la de las personas, sino la de los organismos e instituciones dentro de una sociedad que tienden a determinar las capacidades de desarrollo en el futuro y, además, no solo instituciones sociales sino que también mecanismos de representación política y democrática.

 Las instituciones

Según Douglas North[1] las instituciones son las limitaciones ideadas por el hombre para estructurar los incentivos en el intercambio humano, sea este político, social o económico. Existe un conjunto de limitaciones que pueden ser de índole formal, como reglas políticas, judiciales, contratos, entre otras; o también informales, aquellas fuentes de interacción diaria en la vida social de las personas: códigos de conducta, convenciones sociales y normas de comportamiento[2].

La importancia de las instituciones radica en que por definición limitan la actuación de los actores al interior de la sociedad y dado que los mercados por si solos no se preocupan del futuro[3], el rol de las instituciones cobra especial relevancia a la hora de dar pie al desarrollo sustentable.

De lo anterior surge la idea de que el desarrollo sustentable no solo tiene que ver con el mantenimiento de recursos, oportunidades o capacidades, sino con la generación de un entramado institucional que permita a las generaciones futuras hacer uso de sus capacidades sin mermar las posibilidades que en la actualidad se tienen para enfrentar los desafíos presentes. La generación de sistemas institucionales deficientes puede acarrear a que modelos de desarrollo exitosos fracasen o que países otrora altamente desarrollado inicien procesos de estancamiento por el diseño errado de sus instituciones. A continuación expongo el caso de la Argentina, que puede resultar ilustrativo de la anterior afirmación.

Argentina: De país del futuro al ejemplo de fracaso

Hacia principios del siglo XX la Argentina era uno de los países más desarrollados del mundo. Samuelson[4] dice: “Nadie puede dudar que a principios del S. XX la Argentina era el país del futuro; a principios de los 80 nadie pone en duda que si hay un prototipo del fracaso como Nación, es la Argentina”.

Responder a las causas de este fracaso puede resultar complejo dada la extensión de esta columna, sin embargo, es posible encontrar algunos hechos que van marcando el camino de Argentina hacia el tercer mundo, desviando al país de su trayectoria hacia el desarrollo.

Hacia la primera mitad del siglo pasado la Argentina se consolidaba como uno de los países con mayor movilidad en el mundo, pero al mismo tiempo se producían una gran fragmentación el interior de la sociedad. Las grandes ciudades, particularmente Buenos Aires –la gran aldea- albergaba a un número importante de inmigrantes europeos que habían empezado a consolidar una importante clase media urbana.

La representación política de esos grupos fue incompleta. La ley electoral de 1912 fue un reflejo de la tensión entre la Argentina rural y la cosmopolita y moderna Argentina urbana y bonaerense, pues generó una sobrerrepresentación política de las provincias y dejó subrrepresentados a la Argentina de las ciudades, aspecto que excluyó a una creciente clase media urbana y obreros industriales[5].

Las expectativas de este grupo excluido empezaron a incubar el germen de la caída de Argentina. De un escenario político marcado por la exclusión: clases medias urbanas, obreros industriales y clases bajas urbanas y rurales surgirá el Peronismo, que alimentará las expectativas de una sociedad especialmente aspiracional. El crecimiento de Buenos Aires, la ampliación de la educación, la ampliación de las clases medias son reflejos de la movilidad social que caracterizó a la Argentina durante los primeros 50 años del siglo pasado.

 Manuel Mora hace notar que se generó una brecha de expectativas. Hasta la segunda guerra mundial el nivel de vida de Argentina era superior a países europeos, no obstante a de la llegada de Perón al poder se inicia un esfuerzo por redistribuir el bienestar de la sociedad pero con altos costos en las perspectivas futuras. Las tasas impositivas al agro crecieron e iniciaron un proceso que desincentivó las inversiones lo que se tradujo a la larga en un crecimiento económico menor y si bien hubo importantes avances sociales en la época de Perón, es importante mostrar que la redistribución en el presente puede generar problemas de sostenibilidad hacia el futuro y que si bien es cierto que el crecimiento económico no es la única forma para la reducir la pobreza y la equidad, no es posible pensar que sin crecimiento económico se podrían dar significativos aumentos de la calidad de vida[6].

En resumen, el modelo de desarrollo que adoptó la Argentina después de la llegada del peronismo al poder en 1943 parece ser la causa del alejamiento del camino del desarrollo para la nación del Río de la Plata. Las perspectivas futuras fueron socavadas y se vivió del presente. La euforia económica de los 90 y la consecuente crisis del 2001 puede tener sus raíces en aspectos similares.

Ahora bien, y a modo de conclusión, hay que hacer notar que Perón y la brecha de expectativas de las que habla Manuel Mora son producidas por una serie de instituciones formales e informales que, sino determinaron al menos facilitaron el surgimiento de alternativas políticas populistas. Argentina cae en decadencia no por ser un país emergente, hasta la segunda guerra mundial estaba mucho más cerca del desarrollo. El desafío, por tanto, para países emergentes pasa por construir instituciones capaces de sostener procesos de desarrollo a lo largo del tiempo y evitar caer en soluciones inmediatistas que socaven las posibilidades futuras, pues los modelos de desarrollo se sustentan en las convenciones y normas sociales. Su éxito se basa en el funcionamiento adecuado de los incentivos. Argentina es un claro ejemplo de cómo no lograr un desarrollo sustentable partiendo de mucho más arriba que muchos países que hay tienen mejor calidad de vida y son más desarrollados (o menos subdesarrollados). Podríamos decir, parafraseando la campaña de Bill Clinton: “Son las instituciones, estúpido.”


[1] North, D. Instituciones, cambio institucional y desempeño económico. P.13
[2] Ibidem. P.54
[3] Anand, S, y Sen, A. Concepts of Human Development and Poverty: A Multidimensional Perspective.
[4] En su discurso en el Congreso Mundial de economía. México 1980.
[5] Mora y Araujo, M. Argentina: Una víctima de si misma. En: Crisis económicas y políticas públicas: experiencias de Argentina y Rusia.
[6] Anand, S, y Sen, A. Concepts of Human Development and Poverty: A Multidimensional Perspective.

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