lunes, 11 de octubre de 2010

Fomento productivo desde el Estado

En los últimos días se ha hablado en la prensa de la situación que vive la ciudad de Arica, en cuanto a la caída de la actividad económica, su disminución demográfica frente a Tacna y en general la menor competitividad que presenta la ciudad (El mercurio 09/09-Editorial de El Mercurio 10/10)) revelan un escenario preocupante para sus habitantes y para el desarrollo futuro de la región, estratégicamente ubicada en la frontera norte.

Puede que suene  a frase cliché repetida desde la izquierda, no obstante, hay que reconocer que parte del problema –si no el problema en sí mismo- tiene sus orígenes en el actual modelo de desarrollo de Chile, en el que las fuerzas del mercado tiene preponderancia por sobre la calidad de vida de las personas o el desarrollo de los territorios. Y ciertamente, queda de manifiesto que las “fuerzas del mercado” no han beneficiado a una ciudad como Arica.

Para Carlos De Mattos (1990, La descentralización ¿Nueva panacea para el desarrollo local?) las brechas que existen entre las regiones y el centro se mantendrán en la medida que vivamos en un modelo de desarrollo capitalista que genera un crecimiento económico desigual y, peor aún, cuando ese desarrollo desigual es funcional al sistema. En palabras de De Mattos, existen problemas estructurales que la descentralización no puede resolver.

A pesar que las condiciones son ciertas, un cambio de modelo que solucione –o intente solucionar- esa fallas estructurales en el desarrollo del país resulta prácticamente inviable. Quedarse sentado culpando el modelo de desarrollo tampoco es la alternativa más plausible y, por lo tanto, es necesario pensar a través de qué mecanismos sería posible solucionar el problema no solo de Arica, sino que otras ciudades económicamente alicaídas o con proyecciones de desarrollo muy bajas.

Hay dos elementos que se deben destacar, el primero es que Santiago continúa siendo el polo mayor de desarrollo del país a razón del círculo virtuoso –o vicioso- que genera una mayor provisión de infraestructura urbana, educativa, sanitaria, de transportes, comunicaciones entre otras, lo que a su vez redunda en que la capital sigue siendo, como hace 50 años, un polo de atracción para personas que habiendo nacido en regiones, desean hacerse de nuevas oportunidades en Santiago.

Ciertamente que la magnitud y alcance de esta atracción es mucho menor que hace 50 años, hoy existen más oportunidades en varias regiones del país y otras ciudades han alcanzado brillos propios o los han profundizado. Empero, la brecha sigue siendo amplísima. ¿Qué hacer entonces?

El segundo elemento es que se deben considerar aquellos nichos de desarrollo que en las regiones tienen capacidad para ser potenciados y qué infraestructura anexa se requiere para llevarlos a cabo. En ese contexto, los incentivos tributarios que se mencionan siempre como la mejor alternativa para promover la instalación de empresas en regiones y promover empleo de mejor calidad no serían siempre útiles, debido a la búsqueda de otras ventajas que reduzcan costos.

Así, usualmente surgen preguntas sobre por qué las mayores empresas del país tienen sus instalaciones productivas en regiones pero sus centros administrativos y casas matrices en Santiago. Un estudio del INE de 2000 que evalúa aquellos elementos que los empresarios valoran para elegir el lugar dónde ubicarse nos da respuesta: La accesibilidad de clientes y proveedores, la cercanía a centros financieros y a servicios del Estado, entre otros que en Santiago abundan en varias comunas, sin perjuicio a que dentro de la misma región metropolitana se producen desigualdades importantes.

El fomento productivo y la innovación se convierten en piezas claves de este engranaje de desarrollo y existen experiencias alrededor del mundo que muestran cómo la activa presencia del Estado, tanto directa como indirectamente, en la promoción de actividades productivas nuevas permite generar núcleos de desarrollo y empleo a nivel regional, contribuyendo así a la descentralización económica del país y al mejoramiento de la calidad de vida de personas que no viven en Santiago y que aún mantienen una brecha importante con la capital del país.

El Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC) en su agenda de innovación 2010-2020 que considera a los clusters como parte fundamental del desarrollo productivo, incluye entre los sectores en los que se innovará a los tradicionales nichos productivos de Chile: minería, bosques, acuicultura, turismo y destaca en mayor medida temas agrícolas influenciados principalmente por el proyecto “Chile: Potencia agroalimentaria” ¿Es eso realmente innovación para la competitividad?

Valdría la pena mirar la experiencia de Corea del Sur y de Irlanda (Un tigre asiático y el llamado “tigre celta”) en el fomento productivo que han desarrollado. Más allá de incentivos tributarios simples, se han creado agencias del Estado responsables de llevar a cabo las intervenciones tendientes a crear –y no solo a potenciar- nuevos nichos de desarrollo, aprovechando ventajas competitivas de los territorios y no solo ventajas comparativas. Algo parecido a lo que se hizo en Chile con la CORFO en los tiempos del ISI, pero sin la idea de sustituir importaciones, sino más bien desarrollar una base productiva mayor que sea capaz de agregarle valor a las exportaciones y también desarrollando exportaciones no tradicionales, como servicios financieros o informáticos, pero no solamente desde Santiago sino aprovechando plataformas regionales.


El caso de Arica puede ser paradigmático, dada su posición geográfica estratégica y la comparación que se hace con la vecina Tacna, mas el problema podría darse en algunos años en Talca, en Los Ángeles, en Constitución o en Osorno. El modelo productivo actual genera estas desigualdades que las fuerzas del mercado son incapaces de solucionar debido a las lógicas de acumulación y desarrollo capitalistas. La solución para Arica no son los incentivos tributarios, sino la intervención directa del Estado para el desarrollo de nuevas formas de desarrollo que bien podrían incluir la cooperación transfronteriza con Tacna y con Bolivia. De esa forma se puede potenciar un polo de desarrollo desde el Estado, como lo han hecho los países exitosos en la materia, y a la vez se puede mejorar la calidad de vida de miles de personas que hoy ven con desgano el progreso de ciudades vecinas y el estancamiento de la propia.

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