jueves, 10 de febrero de 2011

Crecimiento económico sano, sólido y sustentable... oh, wait!

La economía chilena ha crecido en diciembre un 5,7%, el mercado, sin embargo, esperaba una cifra en torno al 7% (La Tercera, 08/02). Pese a esto, el presidente Piñera señaló que “Chile ha recuperado su capacidad de crecer” (gob.cl, 07/02), esa afirmación es cuestionable, en la medida que 2010 ha sido un año de pujante actividad económica que se ha registrado de la mano de hechos que no son habituales todos los años en nuestro país.

En primer lugar, durante 2009 se registró una significativa caída de la actividad, esto es un asunto que no debería estar fuera de los análisis que se hagan.  Si bien en diciembre de 2009 el IMACEC fue de un 3,9% pues la economía ya empezaba a registrar una incipiente recuperación después de la desaceleración de los tres primeros trimestres del año, todavía era baja y quedaba espacio para ir salvando la brecha del PIB que se mantenía.

En segundo lugar, en 2010 vivimos el terremoto que obligó a la recuperación de numerosos activos por parte de los consumidores y a realizar significativas inversiones de parte de los empresarios. Así, no es casualidad que en marzo de 2010 la actividad económica haya caído un 2,2%, pero que en los meses posteriores se hay registrado una notable recuperación que incluso rompió el techo del 7% en varios de los meses del año, desatando también la algarabía del gobierno.

Un tercer hecho que si bien creo tuvo un impacto menor pero que de todas maneras generó cambios en la conducta de los consumidores fue el mundial de fútbol, que impulsó la actividad del comercio, pero que también provocó un efecto inverso en cuanto a productividad, debido a que en las empresas se detuvo el trabajo para ver los partidos de la selección.

En consecuencia, cabe que nos preguntemos ¿Qué ha hecho el gobierno para que la economía chilena “recupere la capacidad de crecer”? Hasta ahora solamente se ha publicado una agenda de de desarrollo que incluye una serie de tareas que deberían ser emprendidas por varios ministerios para aumentar la competitividad de la economía chilena, la calidad de los empleos y generar tasas de crecimiento sustentables para llegar a ser un país desarrollado en los simples términos planteados por el gobierno, es decir, que el ingreso per cápita alcance los niveles de países de la periferia europea.

Pero existen razones para pensar que dicha agenda tendría un efecto limitado al menos en el corto plazo. ¿Qué nos señala este documento? Incorpora variadas formas de aumentar los niveles de inversión en diferentes campos de la actividad económica desde energía y concesiones, hasta turismo e incentivos tributarios. También considera ítems para aumentar la productividad, tan venida a menos en Chile, promover la inversión extranjera y mejorar el mercado de capitales con la anunciada pero no detallada reforma “mercado de capitales bicentenario” o MKB.

Cierto es que la agenda puede ir en el camino correcto pero también no es menos cierto que dichas reformas pueden no tener efectos en los 3 años que restan del gobierno de Sebastián Piñera. Más cuando considerados dos variables más: 1) El contexto de los mercados desarrollados se está volviendo lentamente más favorable atrayendo de vuelta a inversionistas que durante 2010 se cambiaron a países emergentes por su favorable posición en un contexto global inestable y desequiibrado (La Tercera, 10/02). 2) El 2011 es el único año en que no habrá elecciones. 2010 ha visto a una oposición desarmada y este año será la prueba de fuego para una coalición que pretende no seguir cayendo electoralmente. Sabido es que los contextos electorales son también puntos importantes en la formulación de políticas públicas.

El punto central es que el gobierno debe impulsar una batería de reformas durante el menos un año de su gobierno esperando que tengan efecto sobre la economía chilena en los próximos 6 para alcanzar el desarrollo antes de 2018, tal como lo señaló el presidente en su discurso del 21 de mayo. Pero incluso así, tomando un horizonte mayor de tiempo para impulsar y ejecutar las reformas necesarias, hay elementos que tomarán más tiempo y/o que no necesariamente obedecen a lo que se está planteando en la agenda de desarrollo.

Primero, Chile se encuentra en una compleja situación energética que en un par de años más podría ser crítica, no solo porque el escenario ambiental se transforma en un dilema debido a las inversiones programadas para centrales a carbón en un entorno global que busca todos los días inversiones en energías limpias y renovables. Sino que también pues el escenario energético es una variable significativa para la inversión en otras áreas de la economía. Vale señalar que durante el gobierno de la presidenta Bachelet, cuando estalla el conflicto gasífero con la Argentina, la economía se ve resentida, es posible asociar en parte el bajo crecimiento promedio del gobierno anterior a los problemas energéticos y además en 2008 se generaron presiones inflacionarias que también provinieron de ese sector: generar energía con carbón o petróleo es más caro que hacerlo con gas.

Segundo, Chile mantiene su tendencia a los recursos naturales sin el suficiente valor agregado que potencie ventajas competitivas y no comparativas. La agenda de innovación del CNIC 2010-2020 publicada en el sitio del organismo no contempla nichos nuevos de actividad económica. Por lo tanto ¿dónde queda la supuesta innovación?

Tercero, algunos rubros de la actividad económica no pueden prescindir de la acción del Estado, aún cuando se planteen incentivos tributarios, puede que no resulten suficientes para promover la inversión privada porque su explotación o construcción tiene costos hundidos significativos que dificultan la obtención de utilidades por parte de privados. Uno de ellos puede ser la inversión en ERNC como solares o eólicas que representan un alto costo. Asimismo, el transporte ferroviario con un alto costo de construcción y explotación pero con positivas externalidades para la sociedad, sobre todo en el transporte de cargas.

Por lo tanto, y a modo de conclusión, no se trata solamente de potenciar e incentivar lo que Chile ya produce para mantener niveles sustentables de crecimiento, la matriz  productiva del país es insuficiente para asegurar que la actividad económica se dinamice bastante como para alcanzar en el plazo autoimpuesto por el gobierno niveles de desarrollo de países europeos. La meta ha de ser, por lo tanto, abrir nuevos caminos de desarrollo capaces de ampliar la matriz productiva de Chile y paralelamente realizar las inversiones necesarias para asegurar que esas actividades puedan crecer y mantenerse de forma sustentable, sin que sean amenazadas por problemas energéticos o ambientales, tomando en cuenta el énfasis que se está dando a temas como la huella de carbono. Ese es el camino para aumentar de manera significativa la calidad de vida de los chilenos y lograr que el crecimiento económico sí se convierta en la puerta hacia el desarrollo y sea realmente sano, sólido y sustentable.

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