lunes, 27 de junio de 2011

De la fortuna y la virtud en la conquista y conservación del Estado en «El Príncipe»

Las ideas de Maquiavelo están fundadas en la preeminencia de la razón de Estado sobre cualquier otra de carácter moral, este concepto se refiere a las medidas racionales que un gobernante debe tomar con objeto de conservar la salud y fuerza de un Estado En otras palabras, el Estado goza de una racionalidad propia y superior; y para conservarla se justifican medidas de dudosa ética o contrapuestas a la moral tradicional.
El Príncipe, por tanto, no se ajusta a las normas morales, es decir, que un mal menor y que ameritaría un rechazo social (por ejemplo, un crimen) se justifica siempre y cuando se evite un mal mayor (una revuelta). Esto se condice a la perfección con aquella frase que dice “un príncipe no debe preocuparse porque lo acusen de cruel, siempre y cuando su crueldad tenga por objeto el mantener unidos y fieles a los súbditos; porque con pocos castigos ejemplares será más clemente que aquellos que, por excesiva clemencia, dejan multiplicar los desordenes, causa de matanzas y saqueos que perjudican a toda una población”
Esto lleva a que la conservación del Estado y del poder del príncipe no esté radicada únicamente en el devenir de las cosas, sino que es importante que el soberano sea capaz actuar para mantener la salud del Estado. Por tanto, en este punto es bueno hacer la distinción entre la fortuna y la virtud, toda vez que de la fortuna depende la mitad de nuestras acciones, pero nos deja dirigir la otra mitad o algo menos. Luego, la conservación del Estado depende de las acciones del príncipe y no tanto del devenir de la providencia. Es así como cobran importancia los elementos que permitan al príncipe mantener el control del Estado mediante las armas propias, aprovechando o bien mitigando lo que la fortuna designe y que, pudiendo estar en contra de la moral tradicional, encuentran su justificación en la conservación del poder estatal.
Sin embargo, huelga decir que la buena o mala fortuna de los hombres para Maquiavelo depende también de sus acciones. Señala que las acciones se deben acomodar al tiempo en que los hombres viven, actuando con impetuosidad o con prudencia dependiendo de las circunstancias. Luego, las repúblicas pueden aprovechar mejor la buena fortuna, aunque también tienen dificultad para ajustar sus instituciones a los tiempos. Cuando en los principados, en cambio, el tiempo cambia en sentido contrario a los procedimientos del príncipe, éste sucumbe más rápido.
Se desprende de todo lo anterior que la conservación del Estado depende de la buena fortuna y de las circunstancias, pero el aprovechamiento de éstas se basa en las acciones que el gobernante emprenda para aprovecharlas. Actuando como sea necesario de acuerdo a lo que su entorno le demanda. Siendo cruel o clemente en la medida que las circunstancias se lo permitan o se lo requieran. Por tanto, fortuna y virtud –armas propias y armas ajenas– están íntimamente relacionadas en la tarea de conservar el Estado ya que la virtud debe dominar a la fortuna.
Pero se debe tener en cuenta que no siempre se necesitan las mismas dosis de fortuna y talento para dominar un Estado. Así por ejemplo cuando se trata de Estados conquistados en el mismo espacio territorial y que tienen la misma lengua y costumbres solo basta que la dinastía anterior de príncipes desaparezca y que el príncipe nuevo mantenga los tributos y las leyes que tenían los antiguos. Conservar estos Estados es fácil, pues las personas no están acostumbradas a vivir en libertad.
En cambio aquellos Estados que están alejados y que tienen costumbres, leyes y una lengua diferente requieren de una gran fortuna para su dominación y grandísimo talento. Recomienda Maquiavelo que los príncipes nuevos que conquistan este tipo de Estados deben irse a vivir al territorio conquistado para hacer más fuerte la dominación. En esas circunstancias, por tanto, se requerirá que el príncipe actúe de acuerdo a las razones de Estado pues es complejo conservar ese poder.
Respecto al primer tipo de Estado podríamos señalar que la fortuna es más importante. Factores externos pueden permitir al príncipe llegar a hacerse del poder de un Estado cercano. La decadencia de la dinastía anterior de príncipes puede generar los espacios para que un nuevo príncipe ascienda, un vínculo entre dos dinastías puede llevar al poder a un príncipe nuevo sin que medie la fuerza ni las armas propias. Solo las circunstancias.
En cuanto al segundo tipo de Estado, la virtud es mucho más importante. El príncipe requiere dominar la mala fortuna y aprovechar la buena a través de sus acciones. Puede ser necesario cometer crímenes para asegurar la paz y la sobrevivencia de la dominación. Los castigos ejemplares que lo hagan ver cruel, pero que sin ellos el resultado sería peor no solo para la vida del príncipe nuevo, sino que también para la población.
En suma, fortuna y virtud se encuentran íntimamente relacionadas. Para alcanzar un Estado y para conservar su poder se requieren dosis justas de cada una y depende de las circunstancias y del tiempo en que lo toque vivir al príncipe. Conservar el poder puede ser sencillo o puede ser difícil y ahí entra la virtud del soberano o el simple aprovechamiento de la fortuna. Con todo, siempre hay que tener en cuenta que el objetivo final es la conservación de la salud y la vida del Estado y que perdure la dominación del príncipe, sin importar si ello reporta la necesidad de actuar contra la moral tradicional, pues el Estado tiene una racionalidad superior y distinta y las acciones que se deben seguir para conservarlo deben ser juzgadas desde ese punto de vista.

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