Hace algunos días se me ocurrió una analogía que publiqué en Facebook pero que no que desarrollé más allá de los caracteres que me permite el "¿En qué estás pensando?".
Marco Enriquez-Ominami ha sido visto por muchos como un "fenómeno", casi como el Mesías prometido que viene a salvar a la políticas chilena del "monopolio de los dirigentes de los partidos" como dice el hijo de Miguel Enriquez. Para mi, en cambio, es algo mucho más sencillo. ME-O es, simplemente, un síntoma de la enfermedad que hace varios años afecta al sistema político chileno: baja representatividad, pocas caras nuevas, escaso interés de las personas en los partidos políticos o en las instituciones de gobierno, deslegitimación de los partidos políticos, y en general una baja estima social hacia la actividad política.
Es cierto que ME-O le ha dado a nuestra política una forma para decantar una serie de requerimientos de la ciudadanía que se enmarcan en esta baja representatividad política de las coaliciones y creo que hay varias causas que han terminado generando esto y, por consiguiente, han contribuido al surgimiento de un proyecto personalista en la figura de ME-O, que busca acaparar en si mismo "lo que la ciudadanía pide y la política tradicional no le da". Una de esas causas es el nefasto sistema binominal. Este sistema ha provocado que no exista una renovación de los diputados y senadores, acumulando presiones en torno al congreso que no pueden ser liberadas con el triunfo de candidatos ajenos a la Alianza o a la Concertación, luego el congreso pierde valoración social y a un paso está la pérdida de valoración social de la política en general. En pocas palabras, no es posible un aggiornamiento de la política chilena.
Los partidos políticos han hecho lo propio poniendo como candidatos siempre a caras repetidas. Y en un periodo un diputado puede ser elegido por un distrito en la primera región y al periodo siguiente se va a la séptima. Sin embargo, esto se vería atenuado con un sistema proporcional que permitiera reflejar realmente la opción de las personas, lo que sería realmente democrático. Jovino Novoa, actual presidente del Senado y por tanto segunda autoridad constitucional del país salió tercero en Santiago Poniente, siendo superado por Guido Girardi y Andrés Zaldivar.
Los partidos, además, se han alejado de las personas, hoy se les ha demonizado y mucha gente los ve como antros de corrupción e influencia de los más variados intereses. Pero cuesta imaginarse una democracia sin partidos políticos y, más todavía, en una sociedad donde los grupos organizados de la sociedad civil no están plenamente rearticulados o, más bien, están en pleno proceso de rearme y formación.
Hay también una responsabilidad ciudadana. Muchos muestran una apatía con los procesos políticos que parece inexplicable, tomando en consideración que llevamos 20 años de democracia y que muchísimo se luchó por ella, hoy pareciera que le importa a cada vez menos personas. Es cierto, las cosas enumeradas en los párrafos anteriores tienen mucha relación, pero de parte de la gente el ánimo por mejorarlas y cambiarlas parece ser escaso. Es típico escuchar frases como "me gusta la política, pero no me convencen los políticos", ahí es donde entra esa necesidad de renovación, pero estructural y encarnada en un proyecto político y no en una persona.
En ese contexto surge un candidato "underground" que ofrece lo que muchos ciudadanos desean: un alejamiento de los partidos políticos y una crítica contra el sistema en general, un acercamiento a las personas y una búsqueda por representar intereses de los más variados sectores. Pero es difícil estar bien con Dios y con el diablo. Marco Enriquez Ominami es la forma en cómo el sistema política se ha -en lenguaje ferroviario- despichado. No es hábil, no es un buen político; simplemente la circunstancias actuales y los errores cometidos le ha dado lugar y ha provocado su, a mi juicio, artificial crecimiento.
Analizar su candidatura podría ser materia de otro artículo, pero en pocas palabras representa una especie de "caudillo". En él se encarnan sus aspiraciones y carece totalmente de una cimiente política fuerte de la de sostenibilidad en el tiempo y, algo aún más importante, que garantice gobernabilidad para Chile. Detrás de Marco no hay nada más que la aspiración personal de un tipo que supo aprovechar las circunstancias favorables de la lisa política.
Finalmente, 70 mil firmas que juntó representan algo así como un 1% del universo total de votos válidamente emitidos para la segunda vuelta de la última elección presidencial y en la última encuesta CEP sólo el 5% de la muestra cree que Marco será el próximo presidente, independiente que tenga un 17% de apoyo. No es un fenómeno, solo es el síntoma de la enfermedad de nuestro sistema político y que los síntomas sean más notorios solo evidencia que la enfermedad se agrava. Espero que no haya un colapso.
3 comentarios:
he ahi la pesadilla de tu candidato Frei
jajajaja
Me da la impresión que el problema lo encontramos en el lenguaje, por el lado más conceptual...¿Qués es un partido político??
Si nos guiamnos por el art 1 de la LOC de partidos políticos, nos vamos a la mierda, nada de organizaciones voluntarias entre el poder y la gente, el objetivo está en sólo una lucha de poder, y creo que esa es la mayor falencia hoy en día de los partidos, se olvidan de la gente y se acuerdan de ella sólo para ganar los votos. Así no funciona una democracia, así funciona una Oligarquía Electa popularmente.
Saludos....
Indudablemente esa respuesta la debemos buscar más en la ciencia política que en la ley. Agrupaciones de personas que se quieren hacer del poder del Estado para llevar a cabo sus propias visiones e ideologías. La visión de país que quieren.
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