Los partidos políticos son siempre fundamentales para el funcionamiento de una democracia, ya sea porque proponen a los candidatos, porque mueven a los electores y, en definitiva, terminan generando toda la competencia electoral propia de la democracia representantiva, en la que los ciudadanos en su dimensión electoral terminan entregando las preferencias a uno u otro partido. Sin embargo, los partidos requieren de una institucionalidad que asegure su funcionamiento democrático al interior de la sociedad.
En Chile, si bien tenemos una democracia relativamente consolidada, aún existen enclaves autoritarios o poco democráticos que han impedido un mayor desarrollo de nuestra democracia. Entre los problemas se encuentra el funcionamiento de los partidos de la concertación en este último periodo electoral. Podríamos señalar algunos otros, como el sistema electoral binominal, la designación de intendentes como jefes regionales y quizás más, pero me gustaría centrarme en el funcionamiento de los partidos políticos e indicar el problema estructural que reside tras estos vicios, evitables con instituciones adecuadas.
La elección de Eduardo Frei como candidato presidencial de la concertación es uno de los sintomas que indican como la concertación se va transformando, por los años quizás o por el poder, en una pequeña partidocracia donde las decisiones políticas se acumulan en las cimas partidarias y se alejan de las bases ciudadanas, desde donde se deberían nutrir los partidos para mantener su legitimidad.
Eduardo Frei no es un buen candidato, tiene una serie de flancos que son socialmente más sensibles para la ciudadanía que las faltas de Piñera, solo basta recordar que Eduardo Frei terminó su periodo con un 28% de popularidad, la más baja de los gobiernos de la concertación y además el país estaba sumido en una grave crisis económica provocada por la descoordinación que se provocó entre la política monetaria y la política fiscal lo que llevó a que en plena crisis la tasa de interés de referencia fijada por el Banco Central superara el 14%, durante el actual ciclo recesivo de nuestra economía la TPM se mantuvo en un 0,5%. El desempleo, aspecto políticamente muy sensible para la población, se disparó y los créditos se congelaron. Durante la actual candidatura este hecho ha sido muy recordado y quienes se vieron afectados no lo olvidan, e incluso, si nos vamos más lejos, muchos candidatos al congreso de derecha olvidaron el actual escenario económico (Por ejemplo, el candidato derrotado por la UDI en el distrito 17 Pablo Jofré, que usó el indicador IPSA de la Bolsa de Santiago como un indicador macroeconómico).
Las casas COPEVA también son un punto negro de la administración de Eduardo Frei, pese a que fueron un porcentaje pequeño -aunque no menos dramático para esas familias- del total de casas entregadas durante su gobierno (no me voy a olvidar de una vecina de La Cisterna que me dijo una vez "yo votaré por Eduardo Frei porque durante su gobierno yo recibí mi casa") e indudablemente es un aspecto que ha sido explotado.
Para que hablar de los viajes de Eduardo Frei, que trajeron una serie de beneficios, o las concesiones de infraestructura de la ruta 5 sur que mejoraron el aspecto de viajar por la panamericana. Resulta hasta irónico, pero muchos critican estas obras desconociendo los enormes beneficios que han traído para Chile.
Sebastián Piñera, en cambio, tiene errores que son graves pero que son poco sensibles para el ciudadano común. Hacer uso de información privilegiada o el caso del banco de Talca son aspectos que muchas personas ni siquiera entienden.
¿Y cuál es el problema de Frei? Haber crecido desde el interior de los partidos y ser el candidato de la concertación casi a la fuerza. Seguramente los presidentes de los partidos asumieron que las personas valorarían más al proyecto de la concertación y no tanto al candidato, pero lo cierto es que hoy muchas personas votarán por Frei pese a que no sea de su completo agrado únicamente porque representa a la concertación o porque representa lo contrario a la derecha.
Michele Bachelet no salió de una elección primaria pero sí supo capitalizar e imponerse gracias a las encuestas de opinión pública y Ricardos Lagos el año 99 y Eduardo Frei el 93 fueron elegidos a través de elecciones primarias, es decir, fueron las bases ciudadanas quienes eligieron al candidato tras el cual debían cuadrarse. Con Frei eso no sucedió, la primaria no fue a nivel nacional y se realizó en las regiones donde Frei tenía el mejor desempeño electoral, incluso en los resultados de la elección presidencial sucedió así.
En este escenario, José Miguel Insulza, José Antonio Gómez, Soledad Alvear o el mismo Marco Enriquez-Ominami habrían representado candidatos con más potencial electoral y un nivel de rechazo mucho menos, lo que sin duda habría redundado en un mejor desempeño electoral en la primera vuelta y no en el paupérrimo resultado de la concertación.
Que los partidos políticos crezcan y empiezan a configurarse en una partidocracia que opaque la voz ciudadana en los procesos democráticos se puede transformar en un peligro grave que trae consigo una pérdida de legitimidad de los procesos y las instituciones y una estima ciudadana mucho menor. Las personas empiezan a pensar que los partidos políticos -esenciales para la democracia- son prescindibles y se cae en un círculo de ilegitimidad y apatía política por parte de la ciudadanía.
En ese sentido y con miras a profundizar la democracia, es necesario hacer permanentes y obligatorias las primarias al interior de los partidos políticos y no solo en el cargo de presidente de la república, también para Senadores y Diputados. Se evita que los candidatos sea impuestos o que el amigo de tal o cual resulte como candidato. De esta forma los partidos se acercan a las personas y los conflictos políticos son resueltos por las personas. En Uruguay ocurre de esa forma y siempre es un país destacado por la calidad de su democracia. Limitar la reelección en cargos públicos también es un aspecto que se debería reformar, se le da tiraje a la chimenea permitiendo la renovación periódica de rostros en los cargos de elección popular y con ellos se promueve la aparición de nuevos líderes políticos, lo que sumado a las elección primarias generaría que realmente cualquier ciudadano pueda ser electo candidato a través de un partido político.
En una democracia tienen que ser los ciudadanos quienes elijan y su participación es esencial en todos los procesos electorales y políticos. La imposición de candidatos por partidos de los partidos políticos es antidemocrático y alejado de un ideal de profundización y consolidación de nuestra joven democracia.
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