Ya habrá tiempo para análisis más detallados que profundicen un poco más en los resultados de la elección presidencial. Sin embargo, hay cosas que van quedando claras en torno a lo que se ha visto y otras cosas que me dejan un sabor amargo.
Primero, el 29,62% de Eduardo Frei frente al 44,03% de Piñera es algo que se vuelve muy difícil de remontar, toda vez que los votos de Marco no son seguros y Arrate también ha puesto ciertos requisitos para llamar a votar por Frei. Sin embargo, hay que decir que el espacio que tiene Piñera para crecer es mucho menor que Piñera, frente al gran espacio de la centro izquierda y el progresismo.
En segundo lugar, es el golpe de gracia para la concertación. Cada elección se venía haciendo más difícil desde el año 2000 y las autoridades partidarias de la concertación no supieron renovar la coalición ni ofrecer algo nuevo. La coalición política, a mi juicio, más exitosa de de nuestra historia se convirtió en una partidocracia. Frei fue un candidato impuesto por las cúpulas de los partidos, elegido en unas primarias que sorprendieron por el formato y, además, en las que se les impidió correr a otros candidatos de la concertación. El mismo Marco Enriquez-Ominami. La soberbia y la arrogancia de los partidos los alejó de la voz de la gente y la derecha capitalizó rápidamente aquello, sobretodo la UDI con su discurso popular. Es necesaria la autocrítica y yo creo que debería plasmarse con la renuncia de Pepe Auth y de Camilo Escalona de la presidencia de sus partidos.
La DC es el ganador dentro de la concertación. Zaldívar y Ximena Rincón dejaron fuera a importantes figuras del PS, al gran damnificado de la concertación.
Otro tema importante es que en vista de la composición de la cámara alta y del senado, la gobernabilidad para quien resulte electo el 17 de enero será compleja. La Coalición por el cambio tiene 59 diputados, lo cual se convertirá en un importante escollo para Frei, y con tres comunistas Piñera tendrá que lidiar con sus mayores enemigos políticos.
Resulta relevante e histórico la elección de Guillermo Tellier, Lautaro Carmona y Hugo Gutiérrez. Se rompe la exclusión, pero eso no es señal de ninguna manera que "podemos vivir con el binominal". Es necesario profundizar la democracia más allá de pactos políticos en pro de mayor democracia.
Ahora, pensando en el 17 de enero, más allá de las diferencias políticas que seguramente se van a dar el interior de la concertación, hay que enfrentar una elección muy difícil unidos y hacer los ajustes necesarios, no obstante, creo que hay que presentar la campaña en términos de "lo mejor para Chile" y no un "todos contra Piñera", hay que ser cuidadoso y evitar tratar a la gente de ignorante, como lo hizo Paula Narváez.
Más allá del 17 de enero e independiente del resultado, necesitamos una refundación de la centro izquierda y el progresismo, el cual Marco Enriquez-Ominami podría tener un rol preponderante. Esperemos que este terremoto sirva para volvernos a acercar a la gente y volver a elegir a nuestros candidatos en primarias abiertas, como en los 90, como en los mejores tiempos.
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