domingo, 21 de marzo de 2010

Entre una alianza electoral y una coalición política (O de la alianza por Chile a la Coalición por el cambio)

Cuando en 1958 Jorge Alessandri gana la presidencia de la República lo hizo apoyado por liberales y conservadores, obtuvo el 31,56% de los votos -una cifra algo mayor a la obtenida por los partidos que lo apoyaban-. Resulta llamativo la similitud que podemos encontrar entre sucesos ocurridos durante la candidatura o presidencia de Alessandri y algunas cosas que hemos visto durante la campaña presidencial y los pocos días que lleva el nuevo gobierno de Piñera instalado en La Moneda.

Entre estos hechos podemos encontrar la característica técnica del gobierno de Alessandri, mismo sello que quiere dar Piñera. El 14 de septiembre de 1958, día siguiente de la elección, El Mercurio señalaba que el triunfo de Alessandri marcaba un hito en la historia política chilena, pues por primera vez desde la vigencia de la Constitución de 1925 el criterio técnico desplazaría los criterios partidistas del gobierno del país (Correa, 2005). Y fue así, pues Jorge Alessandri, quien si bien estaba profundamente ligado al mundo empresarial a través de la SOFOFA, la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC) y otras empresas, tenía también una importante carrera política, habiendo sido Senador y Ministro. Correa (2005) señala que el solo hecho de pertenecer al clan Alessandri lo situó en el centro de la esfera política durante gran parte del siglo XX. Pese a esto, Jorge Alessandri tomó a mucho de sus ministros del sector privado, la oposición lo llamaría "la revolución de los gerentes" o el "gobierno de los gerentes".

Es parecido a lo que sucede ahora ¿verdad?. Sebastian Piñera tiene una carrera política importante, ha sido Senador y además presidente de su partido, no obstante, salvo caso puntuales, muchos de sus ministros y subsecretarios no han tenido una participación política activa en los últimos 20 años, lo cual ha causado importantes molestias en los partidos políticos y también los movimientos que apoyaron la campaña de Sebastián Piñera.

Los partidos políticos son fundamentales para el desarrollo de la vida en democracia y, en su dimensión electoral cumplen el importante rol de movilizar electores e influenciarlos para optar por un determinado candidato y, una vez que pasadas las elecciones, los partidos ocuparán los puestos políticos del gobierno, de alguna forma, como retribución al trabajo hecho durante la campaña electoral. Los partidos tienen "vocación de poder estatal para llevar a cabo aspiraciones ideológicas" Por tanto no es malo que los cargos políticos sean ocupados por miembros de los partidos ganadores, claro, siempre que esta instalación partidaria en el gobierno no implique una captura de la administración pública y de los cargos burocráticos y técnicos, el spoil system.

Es aquí donde surge el quiebre en la forma que tiene la derecha chilena para hacer coalición y la forma de asegurar gobernabilidad. El gobierno de Alessandri se apoyó en el empresariado, al punto que los partidos no estuvieron representados en su primer gabinete, pese a lo cual liberales y conservadores lo apoyaban en el congreso y recibía cierta colaboración de los radicales (Correa, 2005) Sin embargo, hacia la segunda mitad de 1960 se empezó a notar cierto desgaste el equipo de gerentes que encabezaba los ministerios, los partidos hacían sentir su molestia por la exclusión que sufrían y la movilización social que se estaba generando obligó al presidente a hacer coalición con los radicales -que en ese momento ocupaban el centro político- los liberales y los conservadores, de manera de poder llevar a cabo proyectos que calmaran la agitación social. El proyecto capitalista que estaban llevando a cabo "los ministros gerentes" se fue poco a poco desdibujando y hacia finales de 1961 los partidos políticos de la nueva coalición entran al gabinete. El experimento "técnico" no había funcionado.

Con Sebastián Piñera se está dando algo similar y si bien los partidos de la alianza por Chile tienen representación en el gabinete, éste sigue siendo eminentemente técnico y la coalición por el cambio, que fue el conglomerado amplio que llevó a Sebastian Piñera al poder, no tiene representación. Al parecer, en la derecha chilena existe la costumbre de formar alianzas electorales pero no necesariamente coaliciones políticas que representen proyectos de largo aliento. Algo así como "ganar con los partidos, gobernar sin ellos".

Hoy en el cuerpo de reportajes de El Mercurio el Senador Carlos Cantero señala que "Hay personas como Fernando Flores, Jorge Schaulson, Waldo Mora. Todos ellos no son de derecha. Los que le dieron el triunfo a la coalición no fueron de derecha". Puede que sea discutible el hecho que fue gracias a Chile Primero o los movimientos humanistas cristianos y norte grande Piñera haya logrado la victoria, no obstante, el punto central es que para que una coalición electoral trascienda en el tiempo se debe convertir en coalición política, es decir, ir más allá de las elecciones.

En regímenes parlamentarios y dependiendo del sistema de partidos que haya las alianzas electorales no se dan, los partidos compiten solos y dependiendo de la cantidad de escaños que obtengan en el parlamento se hacen las negociaciones con otros partidos para "hacer gobierno" de modo formar una coalición que entregue gobernabilidad al país. De esa forma en Alemania tenemos un periodo en que la CDU gobernó con la socialdemocracia y en otro con los liberales, sin embargo, la coalición se forma una vez que los resultados de la elección son sabidos. Con Piñera parece que está ocurriendo lo contrario.

Probablemente todavía no ocurra una presión excesiva de parte de los partidos al gobierno por tener mayor representación en el ejecutivo, pese a que ya se han notado varias señales de molestia por parte de la UDI y de otro movimientos políticos. La coalición por el cambio debe convertirse en una coalición política si quiere intentar asegurar un segundo periodo presidencial. En democracia... se gobierna con los partidos, aunque no nos gusten, son la mejor manera de asegurar gobernabilidad y no convertir al congreso en un buzón de la tecnocracia en que los proyectos de gobierno sean aprobados casi por inercia por parte de las bancadas oficialistas.

Referencias:

Correa Sutil, Sofia. Con las riendas del poder: La derecha chilena en el siglo XX. Editorial Sudamericana, Santiago de Chile 2005.

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