martes, 13 de julio de 2010

Pobreza o vulnerabilidad ¿cuál es nuestro problema?

Hoy se ha dado a conocer el nivel de pobreza en nuestro país recogido entre noviembre y diciembre de 2009 por la encuesta CASEN y por primera vez en 20 años de aplicación sistemática de políticas sociales en los gobiernos democráticos ha ocurrido un alza en la cantidad de pobres e indigentes. La discusión en los medios durará algunos días hasta que otra noticia llene los titulares de la prensa, pero en el ámbito académico la discusión recién se iniciará una vez que se liberen las bases de datos completas de la encuesta.

El tema central del debate será buscar la causa de este quiebre en la tendencia histórica de los últimos 20 años y hay que tener en consideración que el fenómeno de la pobreza no responde a una causa única y vinculante, sino que es un problema multidimensional que depende del entorno, el contexto y las oportunidades. Amartya Sen señala que el tema económico ciertamente es importante, pero es poco útil si no hay acceso a otro tipo de libertades instrumentales.

En esa línea, se empezarán –ya se han empezado- a elucubrar una serie de hipótesis respecto del alza y ciertamente que pueden ser variadas. Desde el cambio en la metodología de la CASEN, pasando por la crisis económica que hizo subir el desempleo de forma considerable respecto a la CASEN 2006, la conformación de un núcleo duro de pobreza de compleja solución, entre varias otras que podrían entrar al debate.

Sin embargo, es necesario hacer notar un problema más grave que esta cifra de pobreza, pues podríamos estar frente a un alza coyuntural a la que si bien no estamos acostumbrados, no se mantendrá en las próximas mediciones. La vulnerabilidad de las familias que salen de la pobreza es algo más amplio que la pobreza en sí mismo y reviste un trabajo más complejo para asegurarles a esas familias la protección necesaria para que no vuelvan a caer en pobreza. De acuerdo a la encuesta CASEN panel, cerca de un 60% de las personas no pobres, han pasado por la pobreza en algún momento, lo cual revela el alto riesgo de un número considerable de familias.

La rotación en pobreza reviste un tema de capital importancia a la hora de aumentar la calidad de vida y las certezas de las familias que son “casi pobres”, es decir, de acuerdo a las mediciones de línea de pobreza efectivamente no son pobres, sin embargo frente a un imprevisto como una enfermedad grave, el desempleo del jefe o jefa de hogar u otro problema, puede volver a caer en la pobreza de forma muy rápida.

En tal sentido, la reducción de la vulnerabilidad es hacia donde se han enfocado la mayoría de las políticas sociales desde hace un tiempo, no solo a reducir la tasa de pobreza. Vale decir que una persona vulnerable tiene un alto riesgo de caer en pobreza, por tanto, el concepto es diferente al de pobre o indigente. De ahí a que Mauricio Olavarría (2005) sindique a las personas vulnerables como “casi pobres”.

Para esto es necesario considerar algunos aspectos. Primero, la forma más eficaz de canalizar los beneficios sociales y el desarrollo económico hacia las personas es a través del mercado laboral mediante de seguros de cesantía fuertes, previsión, empleos de calidad, capacitación, entre otros. Las políticas sociales compensatorias al mercado laboral son insuficientes en su tareas de reducir la vulnerabilidad de las personas, sobretodo porque en Chile, de acuerdo a Kirsten Senbruch, hay cerca de un 60% de empleos de mala calidad y baja productividad.

En segundo lugar, hay que considerar el golpe que la crisis económica da al desempleo, el cual tradicionalmente es más bajo hacia los meses de verano y más alto hacia el invierno. De acuerdo a cifras el INE, el trimestre móvil octubre-diciembre de 2006, cuando se aplicó la CASEN de ese año que reveló un 13,7% de pobreza había 409.940 desocupados de los cuales 342.350 era cesantes y 67.590 buscaban trabajo por primera vez. En el año 2009 el mismo trimestre registraba 632.790 desocupados, de los cuales 535 mil eran cesantes y 97.780 buscaban trabajo.

En ese contexto de vulnerabilidad y alto desempleo el efecto en los índices de pobreza pueden ser importantes y sirven de llamado para buscar, por un lado, la inclusión y consolidación de trabajo decente y empleos de calidad que no solo permiten canalizar de una forma más eficaz los beneficios del crecimiento económico, los cuales no se traspasan de manera automática a las personas sin la mediación de la política pública, y además permitiría aumentar la productividad en nuestro país, tan venida a menos en los últimos años. Por otro lado, está la necesidad de consolidar la red de protección social capaz de darles seguridad a las personas vulnerables que pueden caer en pobreza frente a imprevistos que pueden resentir el ingreso y el bienestar de la familia.

Ciertamente, puede haber otras causas, aunque personalmente creo que están lejos de la “mala” focalización del gasto, habida cuenta que excesiva focalización redunda en aumentos de desigualdad y fragmentación social; siendo la misma CEPAL que desde hace varios años viene recomendando universalizar la política social, en función de la garantía de derechos mínimos para toda la población.

Finalmente, criticar las políticas sociales del gobierno de Michelle Bachelet resulta demasiado simple e implica hacer caso omiso al contexto del mercado laboral, el desempeño global de la economía y la alta exposición que Chile tiene a los shocks externos.


REFERENCIAS
CEPAL (2000) Equidad, Desarrollo y ciudadanía.
Olavarría, Mauricio (2005) Pobreza, políticas sociales y crecimiento económico.

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