domingo, 29 de agosto de 2010

Creando figuras políticas: Sale Lula Da Silva, entra Dilma Rousseff

Hace algún tiempo puse una columna sobre la candidatura de Dilma Rousseff en Brasil y su acercamiento en las encuestas a José Serra, quien hacia principios de año avanzaba sin contrapesos a la cabeza de los sondeos, relegando a un segundo lugar a la candidata del PT. Hoy las cosas son diferentes y todo parece indicar que ya hay una respuesta a la preguntaba que titulaba aquella columna, Lula sí pudo vencer el “síndrome Bachelet” y logró traspasar, al menos  parcialmente, su popularidad a su candidata.

Hoy Dilma parece haber tomado incluso más fuerza que Lula, quien en las dos elecciones que lo llevaron a Planalto debió esperar hasta la segunda vuelta para alzarse como el vencedor, en cambio Dilma aspira a ganar en primera vuelta gracias al 54% de los votos que, según algunas encuestas, obtendría en las elecciones del 3 de octubre (El mundo.es)

El alzamiento político de Dilma ha sido interesante y veloz, mediado por la participación activa del presidente Lula en la campaña y marcando la idea de continuidad de la gestión actual en un eventual tercer gobierno consecutivo del PT. Y es que la base electoral de Lula Da Silva y su gran popularidad está asentada en los estratos populares de la sociedad brasileña  y fue ese el más grande desafío para la candidatura del PT y para el propio Lula, pues Dilma parecía demasiado lejana y poco conocida por los electores.

La carrera de Dilma, en todo caso, parte desde hace tiempo. Ciertamente que podríamos comparar el surgimiento político de ella a la escalada de Michelle Bachelet (pero no quisiera comparar a Lagos y a Lula) pues en el gobierno ha ocupado cargos de importancia mediática o ha estado cerca de programas socialmente sensibles. Pero no es una persona que, como Lula, surgió de las bases mismas del Partido de los trabajadores, para algunos representa la antítesis comunicacional de Lula, quien con su carisma y liderazgo ha alcanzado una popularidad en torno al 80%.

Sin embargo, hasta hace algunos meses se podría decir que su candidatura no lograba penetrar en la base electoral, que su perfil técnico e intelectual, menos político que Serra y menos carismático que Lula, impediría que Dilma llegara a los estratos más populares. Desde la candidatura de Serra, incluso, se decía que su inexperiencia política y el hecho que esta sea su primera elección le pasaría la cuenta a la hora de los debates. Nada de eso ha pasado y hoy Dilma Rousseff se ha afianzado como la sucesora de Lula Da silva.

El esfuerzo no ha sido menor, la construcción de su imagen política le ha costado varias infracciones al presidente por haber dado mensajes a favor de su candidata aún antes que se iniciara el periodo oficial de campaña, además que el marketing político que se ha levantada para reforzar la candidatura y renovar su imagen  también han hecho su aporte (elpais.com) en la construcción política de la candidata del PT.

Todo esto me lleva a preguntarme varias cosas al comparar la elección de diciembre-enero acá en Chile y la actual campaña en Brasil. ¿Qué responsabilidad pudo tener Michelle Bachelet en la ausencia de un sucesor o sucesora? ¿Podría Bachelet haber construido una figura política fuerte que sí hubiese sido capaz de capitalizar la popularidad de la ex presidenta? Naturalmente hay una variedad de factores, pero parece razonable pensar que Michelle Bachelet podría haber jugado un rol importante para generar una candidatura durante su gobierno, evitando así que se tuviera que recurrir a íconos del pasado de la concertación, como Eduardo Frei o Ricardo Lagos. La renovación de la política fue un grito en el desierto durante todo el gobierno de Bachelet y se vino a escuchar únicamente con el shock de la derrota.

En todo caso, lo que no es razonable es tomar como diagnóstico de la derrota el rol que jugó –o no jugó la ex presidenta- en la candidatura de la concertación, pues obviar el desgaste político de la actual oposición y los comportamientos en torno a las primarias y a la definición del candidato sería iluso. Comparar al PT con la Concertación sin tomar en cuenta los caminos políticos diferentes también sería inadecuado, pero a la hora de pensar en el rol que debe jugar el gobierno en la construcción de una candidatura presidencial o en levantar alguna figura frente a la escasez de éstas con miras en el mediano plazo, eso es, pensando en las elecciones futuras en un horizonte de 4, 5 o 6 años, el tema parece menos diferente. En ese sentido Lula lo hizo bien y tendrá éxito no solo en su gobierno sino en la aspiración política de seguir en el poder.

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