viernes, 1 de octubre de 2010

Elecciones en Venezuela: ¿Inflexión para Hugo Chávez o asentamiento de la democracia?

El gobierno de Hugo Chávez, en Venezuela, ha sido criticado de manera constante desde diversos sectores, tanto dentro de su país, como por partidos de derecha de otros países latinoamericanos, por los presumibles atentados contra la democracia venezolana, arguyendo de manera constante que Chávez pretende mantenerse en el poder y debilitar las instituciones democráticas tradicionales.

Más allá del asidero de esos cuestionamientos, las últimas elecciones en Venezuela mostraron que en realidad la competencia electoral sí es posible y, por lo tanto, es factible construir una democracia procedimental. Si bien es cierto que el sistema electoral venezolano puede haber sobre representado al PSUV y haber subrepresentado a la oposición, no será Venezuela el primer país que tenga un sistema electoral de esas características y tampoco ha de ser el país electoralmente más desproporcional del mundo.

De sistemas electorales desproporcionales tenemos varios ejemplos. Quizás el más paradgimático sea el sistema británico con el “first past the post” en que en cada distrito uninominal queda en manos del candidato que obtenga la primera mayoría relativa. Pero no es necesario irnos tan lejos, en Chile la coalición por el cambio obtuvo en la última elección de diputados un 43,5% de los votos y controla el 48,3% de los escaños, la concertación obtuvo el 44,35% de los votos y controla el 47,5% de los escaños. Situaciones similares se dan con los pactos menores. En el caso de los partidos la elección es relativamente proporcional, salvo en el caso de la UDI que con un 23,05% de los votos controla un 30% de los escaños. Nadie, sin embargo, podría decir que Inglaterra o Chile tienen democracias en decadencia, aun cuando los gobiernos consensuales y más proporcionales –según Lijphart- son más democráticos que aquellos de mayoría más desproporcionales.

Que participe la oposición en elecciones y que obtenga 68 escaños (41% de la asamblea nacional) haciendo perder al PSUV las mayorías calificadas que requiere en la asamblea nacional para realizar cambios profundos a la institucionalidad venezolana sin recurrir a los plebiscitos, es una señal significativa de asentamiento de una democracia más competitiva en Venezuela, requisito básico para que se pueda consolidar un sistema democrático.

Así las cosas, es fundamental que en Venezuela se consoliden condiciones necesarias para asegurar el ejercicio de la democracia procedimental, tanto antes como después del acto electoral. Aunque dichas actitudes no solo deben venir del oficialismo, que debe dar señales claras de aceptación política de la oposición en el marco de un mayor debate democrático, quitándole muchas de las aspiraciones excluyentes que tiene el proyecto del socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez.

La oposición, por su parte, debe aceptar la legitimidad democrática que tiene Hugo Chávez y el PSUV, que ha obtenido el apoyo mayoritario de la población de forma sucesiva en varias elecciones y someterse a esas reglas democráticas establecidas a través de los medios institucionales normales, ya sea, asamblea constituyente para establecer la Constitución esgrimida muchas veces por el presidente Chávez, consultas directas al pueblo a través de referéndums o los medios legales de cambios institucional.

Por todo lo anterior es que las elecciones en Venezuela representan un punto de inflexión para Hugo Chávez y un asentamiento –o el inicio, al menos- de las instituciones democráticas. El PSUV deberá controlar la locomotora de la revolución bolivariana, ajustando su velocidad y sus alcances a los tiempos que exige el debate democrático que seguramente se dará en muchos aspectos en la asamblea nacional. Eso marca un cambio para las intenciones de Hugo Chávez.

Pero también es un asentamiento de ciertas instituciones que han venido siendo creadas en el marco del gobierno bolivariano para romper así con las antiguas prácticas que llevaron a Venezuela a crisis políticas importantes durante el siglo XX y que sí atentaban claramente contra la democracia. El poder se comparte y si cerca de la mitad de los electores ha entregado su apoyo a la oposición venezolana el gobierno no debe hacer la vista gorda y seguir creyendo que posee mayorías hegemónicas en el país.

Finalmente, es cierto que puede que haya algunas garantías democráticas que han sido llevadas al límite por el gobierno del presidente Chávez, no obstante, la oposición debe entrar a la arena política –recordemos que el 2006 se abstuvo de participar en las elecciones- para así defender en el debate político y democrático los ámbitos que crean son vulnerados. Es necesario, por tanto, reconocer la presencia de un porcentaje importante de personas que se identifican con la oposición o rechazan el gobierno del PSUV y, a partir de ahí, seguir con la construcción bolivariana del gobierno chavista. Es la única opción para aprovechar la mayoría electoral pero también generar cambios incluyentes y democráticos.

No hay comentarios: